Luvina, relato corto de Juan Rulfo

Relato corto de Juan Rulfo: Luvina

De los cerros altos del sur, el de Luvina es el más alto y el más pedregoso. Está plagado de esa piedra gris con la que hacen la cal, pero en Luvina no hacen cal con ella ni le sacan ningún provecho. Allí la llaman piedra cruda, y la loma que sube hacia Luvina la nombran Cuesta de la Piedra Cruda. El aire y el sol se han encargado de desmenuzarla, de modo que la tierra de por allí es blanca y brillante como si estuviera rociada siempre por el rocío del amanecer; aunque esto es un puro decir, porque en Luvina los días son tan fríos como las noches y el rocío se cuaja en el cielo antes que llegue a caer sobre la tierra.

El discurso pensado

El discurso pensado
Escritor mexicano Juan Rulfo

Estas líneas que ofrezco a continuación son un extracto de Tipología del cuento literario, de Edelweis Serra, una rareza fuera de catálogo que encontré “huroneando” en una librería de viejo. El libro me resulta académico en exceso, pero he rescatado este fragmento, incluido en el capítulo II (“El arte de contar”), porque nos invita a adentrarnos en una técnica que quizá no esté muy trillada: la de narrar una historia a partir de un personaje que dialoga consigo mismo. En esta técnica, el personaje en cuestión, Macario (nombre que da título al cuento de Juan Rulfo), no se dirige a nadie en concreto. Lo que hace es pensar el relato en una suerte de monólogo interior. En definitiva: el personaje habla para sí. (Ojo: hay que hacerlo con coherencia. No olvidéis que esta técnica tiene como objetivo contar una historia. No sería aceptable una retahíla de pensamientos inconexos que no llevan a ninguna parte).

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