Relato de fútbol de Roberto Bolaño
Al principio, por supuesto, nadie se dio cuenta. No era yo el único que estaba lesionado, debíamos de ser unos seis o siete los que estábamos en el dique seco, la mala racha parecía cebarse con nuestro club. Pero luego, claro, nunca falta el periodista culiado que te ve salir de una discoteca a las cuatro de la mañana y ahí se acabó el asunto. En Barcelona, que parece tan grande y tan civilizada, las noticias vuelan. Quiero decir: las noticias futbolísticas.