Hay algo que me deja más tranquilo cuando me entran las dudas sobre si ella existió o si ella es un fruto idiota de alguna tara de mi imaginación. Su nombre y el recuerdo indudable del día en que la vimos muerta. Del día aquel en el que llovía a mares sobre mi barrio, que era donde estaba mi instituto, del día aquel en el que el color rojo de la sangre de ella inundó la plaza de la Lealtad y se desparramó a través de las bocas de alcantarilla hacia la nada que a veces ruge bajo mi ciudad. Ella se llamaba Ramón. J.L.I.S
Poesía del Guinardó: La ronda barcelonesa de Marsé
Barcelona, 1945, la Segunda Guerra Mundial llega por fin a su fin, de momento hasta la casi definitiva derrota de la Alemania nazi, mientras el país que aún es España sigue saliendo de una guerra civil y muestra descarnado en todo su piojoso esplendor su naturaleza de país repleto de derrota y supervivencia, de picaresca atávica y de un nuevo orden custodiado por algunos miserables de presencia hastiada