Una vez tuve una amiga muy guapa de la que estaba enamorado y que estaba enamorada de mí. No nos resultaba fácil vernos, teníamos que robar cada momento que pasábamos juntos. De modo que sólo conseguíamos arreglárnoslas a costa de grandes esfuerzos e imaginación. Pero incluso así, a veces pasaban meses antes de que pudiéramos vernos.
Relato corto de Ernest Hemingway: La madre de un as
Saqué el automóvil para irme a la ciudad. Era suyo, pero él sabía que yo lo manejaba mejor que él. Todo lo que él hacía yo podía hacerlo mejor. Él lo sabía. No sabía leer ni escribir. Iba a ver a alguien para saber qué tenía que hacer, para lograr que me pagara. Salió y dijo:
—Voy contigo y te voy a pagar. Somos buenos amigos y no hay necesidad de que no lo seamos.