Escribir
Desde que comencé a redactar artículos para este diario, en diciembre de 2015, nunca he faltado a mi cita semanal. No falté siquiera cuatro meses después, cuando comencé a recibir un tratamiento contra el cáncer. No me detuvo la quimioterapia, ni los días de depresión, ni el agotamiento. Tampoco falté a mi cita cuando el nervio ciático me postró en cama.