Un romance bucólico al estilo de Sándor Márai

Ernesto Bustos Garrido nos introduce nuevamente en la obra de un gran escritor, concretamente de Sándor Márai. Y de paso nos ofrece un fragmento de la novela Divorcio en Buda,  en la que el famoso autor húngaro narra una historia de amor.

Un romance bucólico al estilo de Sándor Márai

Ernesto Bustos Garrido

Sándor Marai, como muchos otros grandes escritores (Hemingway, Robert Walser, Sylvia Plath, Alejandra Pizarnik, Leopoldo Lugones, Horacio Quiroga, Virginia Woolf, Paul Celan, Cesare Pavese…) se suicidó. En su caso, se pegó un tiro en la cabeza para acabar con sus días. Dicen que se mató porque no pudo soportar la vejez y porque nunca logró adaptarse a su vida en el exilio. Siendo muy joven había tenido que escapar de su patria, Hungría, que en los tiempos de su nacimiento estaba dentro de las fronteras de Eslovaquia. Primero rechazó la invasión de los nazis y se refugió en Francia y Alemania. Antes se había vuelto un opositor al gobierno colaboracionista de Horthy. En 1948 escapó de los rusos y la implantación en su patria del comunismo. Después de un largo periplo llegó a Estados Unidos y se asentó en Los Angeles, California. En 1989 se suicidó en San Diego, California.

Semanas antes de su decisión final, escribió lo siguiente:

“Soy viudo, algo extremadamente grotesco. Vivo la realidad como antes, en primera persona del singular. Hemos estado juntos durante sesenta y dos años y ocho meses, el tiempo que ha transcurrido desde que ‘firmamos’ (Se refiere a su vida de casado). Fuimos hippies antes de tiempo, pues no celebramos una boda propiamente dicha, sólo ‘firmamos’ un documento(…). Durante seis décadas hemos estado siempre juntos, despiertos y dormidos, físicamente y de otras maneras, en todo tipo de circunstancias, y en cada ocasión nos hemos apoyado mutuamente mientras pasábamos por situaciones miserables o prodigiosas: siempre juntos. Ahora me encuentro solo, en un vacío similar al que rodea al astronauta en el espacio, donde ya no actúa la gravedad que lo mantenía sujeto a la Tierra. Todo flota, él mismo, los objetos, el mundo».

Divorcio en Buda es una novela de 1935, con la ciudad de Budapest como escenario, en el período de entreguerras. Narra la historia de dos hombres que amaron a una misma mujer. La acción comienza con la llegada de un expediente de divorcio al despacho del juez Kristóf Kömives, quien, al ver el nombre de soltera de la mujer, Anna Fazekas, evoca de inmediato aquel amor al que no se atrevió en su juventud. Poco después, Imre Greiner, el esposo de Anna, se presenta en casa del juez con la noticia del suicidio de su mujer. Kristof, abrumado por el aluvión de sentimientos encontrados que inundan su espíritu, conocerá la historia del matrimonio relatada por el marido. Esta charla íntima pondrá de relieve el abismo que separa a los dos hombres y les dará la ocasión de reflexionar acerca de aquellas vivencias y sentimientos que nunca habían sido capaces de compartir con nadie.

Después de El último encuentro y La decisión de Esther, Divorcio en Buda constituye una de las novelas más leídas del escritor Sándor Marai. La publicación de la obra literaria del autor es resultado de un fortuito descubrimiento de sus novelas, escritas entre 1946-1950, por parte del escritor italiano Roberto Calasso. La editorial española Adelphi las publicó en 2002.

El texto está escrito con un lenguaje sutil y cuidado. La trama, por momentos lenta, atrapa por los detalles que envuelven a los protagonistas. Los hechos contados retratan los tiempos de bonanza en Hungría y otros países del antiguo mapa europeo. Son tiempos de holgura, aunque en el horizonte ya aparecen las primeras nubes de la guerra.

Romance al estilo antiguo.

Párrafos escogidos de la novela Divorcio en Buda de Sándor Marai

Kristóf Kömives tenía veintiocho años cuando conoció a su esposa. La había visto por primera vez un día a las seis de la tarde, en la localidad austriaca de Zell am See, a orillas del lago. Hertha estaba discutiendo con uno de los barqueros. Kristóf no conocía a ninguno de los dos, pero se quedò escuchando el diálogo con discresión y cortesía. La joven, levemente azorada, se volvió hacia él con un billete en la mano. El barquero no tenía dinero suficiente para cambiárselo. Cuando ella lo miró, él apartó la vista confuso y sonrojado; sentía que la sangre se le subía hasta la cara, pero enseguida se quitó el sombrero y se inclinó en una reverencia.

En aquel instante, Kristóf se sintió profundamente avergonzado.

Kristóf nunca se había sentido especialmente seguro de sí mismo en compañía de mujeres. Las experiencias vulgares de sus compañeros, sus sospechosas «hazañas», las aventuras triviales que solían contar, no podían darle una imagen cabal de las mujeres; escuchaba todas esas historias a su modo, paciente, atento, pero no tenía el menor deseo de convertirse en el héroe de tales aventuras.

Sándor Márai y su esposa

Hertha también lo había mirado con impaciencia allí, a orillas del lago. ¿Por qué no decía nada de lo que indican las costumbres y las normas sociales? El callaba porque tenía miedo; sólo sabía que algo iba mal, que no estaba bien sentir tanto temor. Así que se inclinó, balbuceó unas palabras y regresó con paso rápido al hotel. La joven lo siguió con la mirada.

Por la noche ya estaba calmado, o por lo menos «lo había olvidado todo»; le sorprendía no haber reparado antes en aquella joven de belleza extraordinaria y se vistió de gala para la cena. En el restaurante se percató inmediatamente de su presencia; estaba sentada entre dos señoras mayores cerca de la entrada, justo enfrente de su mesa. Después de la cena se acercó a ella, se presentó y pidió excusas por su comportamiento en la tarde. Hertha sonreía. Bajaron al jardín y pasearon a orillas del lago durante horas.

Así estuvieron paseando por la orilla hasta que regresaron al hotel, pasada la medianoche. Sobre sus sentimientos no se habían dicho ni una sola palabra. Kristóf contaba de su infancia, de su profesión (abogado). Hertha sonreía y repetía admirada, meneando la cabeza: !un juez!.

Tres días después pidió la mano de Hertha. Mandaron un telegrama a Viena, a casa ddel general, y Károly Weismeyer llegó inmediatamente vestido de civil, desganado y enfadado. Se enojaba con facilidad. Le ofendían los tiempos que corrían, como a casi todos los miembros de su generación, pero mientras que el padre de Kristóf había muerto a consecuencia de esa ofensa, el general lo soportaba con unas visibles ganas de vivir, con terquedad y gallardía.

El general no podía alegar nada contra su persona o de sus orígenes. Kristóf le pidió la mano de Hertha y el general le respondió con desagrado, visiblemente irritado, como si sintiera vergüenza a causa de algo, quizás su impotencia de padre, como si en esos instante se hubiera visto obligado a revelar la correlación de fuerzas militares a un desconocido.

La esposa del general llevaba años ocupándose únicamente de sus agudas y continuas jaquecas, y sólo participaba de la vida familiar cuando, entre dos ataques, se atrevía a salir durante unas horas de su habitación siempre obscura.

Al principio, la madre se esforzó, desesperadamente, por conseguir la simpatía de Kristóf, con un entusiasmo exagerado. Esa actitud inconsciente de súplica casi amorosa, se transformó justo después de la boda en la postura celosa propia de las suegras.

–Mi madre está enamorada –le decía Hertha entre sonrisas–, y las conquistas son peligrosas a su edad, porque a esa edad la gente ya no soporta fracasar en sus deseos. Por favor, Kristóf, hazle la corte.

***

Divorcio en Buda es una novela de Sándor Marai, editada por Salamandra, Colección Quinteto. Barcelona (España) 2004.

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