Robert Walser, el maestro de Kafka

“[…] En 1929, a los cincuenta y un años, fue internado en el Sanatorio cantonal “Waldau” en Berna, dedicado a enfermedades nerviosas. Robert Walser se enfrentaba a un destino parecido al de Friedrich Hölderin, y es muy característico y además profético lo que Walser escribió sobre aquél: “Hölderin pensó que era oportuno, es decir, prudente, renunciar a su sano juicio a los cuarenta años. Y, refiriéndose a Hölderin, pregunta: ‘¿Me ocurrirá lo mismo que a él’”.  Siegried Unseld

La relación entre el editor y el escritor es un asunto apasionante. Sobre este tema nos dejó el gran editor Siegfred Unseld un libro valiosísimo y –al menos para mí– muy ameno, con un título bastante descriptivo: El autor y su editor, que yo tengo en edición de Taurus.

En este libro hace un repaso de los tiras y aflojas entre escritores famosos y sus respectivos editores. Quiero compartir con vosotros un breve fragmento que dedica a Robert Walser, de quien Unseld no llegó a ser editor porque, según afirma en el libro, él –me refiero a Unseld– cometió el “error de su vida”. En su momento le ofrecieron hacerse cargo de la obra completa de Robert Walser, pero no quiso arriesgarse porque entonces era un editor joven, sin demasiada experiencia.

El fragmento que reproduzco ahonda en la figura de Robert Walser, ese eterno desconocido pese a que se le asigna la ilustre tarea de haber sido el maestro de Kafka. Incluye una cita de Robert Musil sobre los primeros libros de Kafka. Creo que estas líneas nos harán acercarnos un poco más a la figura y a la obra de Robert Walser.

¿Quién era Robert Walser?

Walser tenía cinco años más que Franz Kafka, quien admiraba sus obras, entonces conocidas. En un “curriculum” escrito por él puntualiza: “Walser nació el 15 de abril de 1878 en Biel, cantón de Berna, el antepenúltimo de ocho hijos; hasta los catorce años fue a la escuela y luego estudió contabilidad; con diecisiete años se marchó de Biel y vivió en Basilea, donde trabajó en Von Speyer & Co., y en Stuttgart, donde encontró un puesto en la “Union Deutsche Verlagsantastalt””. A los catorce años escribió su primera obrita, aún conservada, una escena titulada Der Teich (El estanque) con la frase en dialecto bernés “I bi gärn elei. Do chöme eim d`Gedanke” [Me gusta estar solo. Entonces le vienen a uno las ideas]. De niño leía sin cesar: “Lo que leía me configuraba como una especie de naturaleza. Empecé a leer porque la vida me negaba a mí mismo, mientras que la lectura tenía la bondad de decir sí a mis inclinaciones y a mi carácter”. Siempre estaba leyendo algo. Él, que era “por dentro el hombre más ardiente”, quiso ser actor, pero cuando se presentó en Stuttgart al gran actor Josef Kainza, éste le disuadió. Con diecisiete años escribió a su hermana: “Lo del oficio de actor no va a ser posible, pero si Dios quiere seré poeta”. Así fue. En un lapso de treinta años se convirtió en un gran escritor. Luego, en 1929, a los cincuenta y un años, fue internado en el Sanatorio cantonal “Waldau” en Berna, dedicado a enfermedades nerviosas. Robert Walser se enfrentaba a un destino parecido al de Friedrich Hölderin, y es muy característico y además profético lo que Walser escribió sobre aquél: “Hölderin pensó que era oportuno, es decir, prudente, renunciar a su sano juicio a los cuarenta años”. Y, refiriéndose a Hölderin, pregunta: “¿Me ocurrirá lo mismo que a él”. Efectivamente, le ocurrió “lo mismo” y también él fue “discreto”. En 1933 fue internado en el sanatorio de Herisau, donde permaneció hasta su muerte, en 1956, sin llevar a cabo ninguna otra obra literaria. Sin embargo Carl Seelig recogió las conversaciones que mantuvo en sus paseos con él, y sus Wanderungen mit Robert Walser constituyen hoy una importante obra literaria, un libro sobre el oficio de escritor y un texto que por su dimensión intelectual recuerda las famosas conversaciones de Schiller, Goethe, Lessing y Kleist.

Robert Walser, el maestro de Kafka

Me dan que pensar dos frases de este hombre refugiado detrás de la máscara de lo burgués, de este especialista en fracasos y rico en modestia: “Nadie tiene derecho a comportarse conmigo como si me conociera”. Y hacia el final de su vida, mirando hacia atrás: “A mi alrededor siempre hubo conspiraciones para ahuyentar a bichos como yo. Con altanería distinguida se rechazaba todo lo que no tenía cabida en ese mundo. Nunca me atreví a meterme allí. Ni siquiera hubiera tenido el valor de echar un vistazo. Así he vivido mi propia vida, en la periferia de las existencias burguesas, ¿y acaso no fue lo mejor?” (W, 37). Esta experiencia nos debiera hacer reflexionar, y no solo sobre el destino de Robert Walser.

Desde 1976, la “Obra completa”, quizá un término excesivamente pesado para la poesía frágil y delicada de Walser, ha sido editada con cuidadoso esmero. Doce tomos, a los que ahora se añade un tomo con cartas, constituyen esta edición completa, editada por Jochen Greven y publicada por la editorial Kossodo AG de Anières\Ginbera con el apoyo de grandes fundaciones suizas. Por fin disponemos de la obra total: las novelas de final de siglo, Geschwister Tanner [Los hermanos Tanner], Jakob von Gunten, Der Gehülfe [El ayudante]; las narraciones, la prosa fantástica, Fritz Kochers Aufsätze [Los apuntes de Fritz Kochers]; los textos menores, Poetnleben [Vida de poeta], Die Rose [La rosa], Seeland [Zelandia], además de apuntes, mascaradas, dramas breves y poemas. Todo anotado, comentado y provisto de extensos epílogos, cuidadosos índices y datos biográficos y cronológicos. Trece tomos, magníficamente impresos y encuadernados en lujosa tela, ediciones de 2.000 a 5.000 ejemplares, precio entre 35 y 40 francos suizos. Solo hay que añadir una excelente biografía escrita por Robert Mächler, un amigo de Carl Seelig, que sigue las huellas biográficas de Walser apoyándose en documentos directos. La obra, pues, está al alcance del lector: esa obra encantadora, grácil, obstinada, a veces extravagante, a veces asomada al abismo, que obliga a la reflexión, esa obra con sus “torbellinos súbitos de ironía e ingenio”, con su gran tema del hombre solo y del solitario frente a la musa, a las grandes ciudades, a la técnica civilizadora, a la civilización técnica.

En el año 1914 Robert Musil comentaba Geschichte [Cuentos] de Walser y lo comparaba con Consideración y El fogonero de Kafka, y casi reprochaba a éste haberse aproximado demasiado al tono de Walser. “Opino –escribe Musil– que el estilo peculiar de Walser debe ser sólo suyo y que no se presta a inspirar un género literario, y por eso me inquieta el primer libro de Kafka, Consideración, porque parece un caso especial de estilo Walser, aunque está escrito antes de sus Cuentos”.

Siegried Unseld, El autor y su editor, Taurus, 1985. Traducción: Genoveva y Antón Dietrich. Comprar libro

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