
La poesía popular siempre ha tenido sus detractores. Se critica con mucha frecuencia a aquellos poetas que consiguen triunfar entre el gran público, ofreciendo un tipo de poesía de línea clara, esto es: sencilla de entender. Estas críticas suelen estar preñadas de argumentos académicos -en el mejor de los casos-, pero también de cierta envidia.
Y es que la poesía siempre ha tenido el estigma de oscura, difícil, indescifrable, y algunos siguen creyendo que así debe ser. No es de extrañar, pues, críticas beligerantes hacia esos poetas que ni son oscuros, difíciles ni indescrifrables.
Críticas han recibido, que yo recuerde ahora, los chilenos Nicanor Parra (famoso por sus antipoemas) y Pablo Neruda (Premio Nobel, ahí es nada), el mexicano Jaime Sabines, el uruguayo Mario Benedetti (de quien se ha dicho que escribía no poemas sino canciones) o los españoles Joaquín Sabina y Gloria Fuertes, esta última un icono de la poesía popular para niños y adultos.
Con motivo de este eterno debate, Javier Marías ha escrito un artículo en El País en el que tacha a Gloria Fuertes de poeta menor, lo que ha encendido las críticas hacia su persona. Yo he escrito unas líneas para dar mi opinión al respecto, que han salido publicadas en El Periódico Extremadura.
Javier Marías versus Gloria Fuertes. Debate sobre la poesía popular
Mantengo cierta relación de amor-odio con Javier Marías. No es un sentimiento hacia su persona, a la que respeto, sino hacia su obra. Es, por así decirlo, una cuestión de género. De género literario… Considero que sus novelas, por lo general caóticas y aburridas, están sobrevaloradas. Pero hay otro Marías, el articulista, que goza de mi admiración.
A este Marías lo tachan de provocador per se, y ahí discrepo: estoy convencido de que su provocación –si convenimos en llamarla así– responde a un compromiso intelectual consigo mismo y no a la pulsión de meter el dedo en el ojo al prójimo por mero placer. No soy afín a sus artículos porque esté siempre de acuerdo con ellos, sino porque cuando discrepo me siento obligado a repasar mis tesis.
Lo que admiro de él es su libertad de pensamiento, que es la base para cualquier tipo de libertad. Marías no va a rebufo de las modas, y eso lo hace antipático a algunas personas que se mueven por el mundo ancladas a verdades incuestionables.
Marías no siempre hila fino. En mi opinión, compaginó verdades con errores de concepto cuando tachó de intrascendente al microrrelato –género que él desconoce–, y lo mismo ocurre con un artículo reciente, titulado «Más daño que beneficio» en el que carga las tintas contra Gloria Fuertes. El académico no considera a Fuertes una gran poeta a quien debamos tomar en serio. Entiendo la crítica y podría aceptar que Gloria Fuertes no esté, como asegura, a la altura literaria de las hermanas Brontë o Emily Dickinson. ¿Pero qué nos importa, si eso fuera cierto, a quienes somos adeptos a Gloria Fuertes? Si algo consiguió la poeta madrileña es sortear etiquetas y distinciones para divulgar, mejor que nadie, la poesía entre los pequeños y entre quienes, sin serlo, nunca se habrían acercado al género.
Gloria Fuertes, llana y cercana, nos reconcilia con el ser humano. En ella había una grandeza que sobrepasa lo estrictamente literario.
Francisco Rodríguez Criado
(Artículo publicado en El Periódico Extremadura el miércoles, 28 junio de 2017).
Nota: Como digo en el artículo, Javier Marías arremetió contra el género del microrrelato. Lee mi respuesta a dichas críticas: El microrrelato según Javier Marías
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Javier María ( aq uien considero gran escritor y brillante articulista) siempre ha pertenecido a la aristocracia de las letras y a veces sus críticas incurren en un desprecio soterrado hacia algunos de sus colegas.