Los capuchones de las plumas estilográficas

El capuchón de las plumas estilográficas. Se habla con mucha frecuencia de los plumines, un elemento fundamental en las plumas estilográficas, y no seremos nosotros quienes le quitemos importancia: no en vano ya le dedicamos un post a los plumines. Es solo que nos parece que el capuchón, siempre en un segundo término, merece también un hueco estelar en cuanto a plumas estilográficas se refiere.

Nosotros no le habíamos dedicado ningún texto exclusivo. Entonamos el mea culpa y enmedamos ahora mismo la carencia. Sí, vamos a hablar del capuchón (capucha, tapa, llamadlo como queráis) de las plumas estilográficas, un elemento a priori discreto pero de primer orden en cuanto a estética y utilidad.

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¿Cuál es la función del capuchón?

El capuchón es, por así decirlo, el guardaespaldas del plumín. Su cometido es preservarlo, para que cuando nos dispongamos a usar la pluma no nos encontremos con la desagradable sorpresa de que no funciona.

La pluma debe tener una temperatura óptima. Cuando esto no ocurre, es posible alguna pequeña pérdida de tinta, que fluye desde el depósito.

Y, a la inversa, si hay un exceso de presión, el aire empujaría la tinta hacia abajo, y los canales de alimentación se secarían.

Aquí juega un papel importante el capuchón, que se encarga de mantener la presión del aire en su justa medida, equilibrada. El capuchón está ahí para hacer que la pluma “respire” con normalidad. Para cumplir esa función tiene dos piezas, y una se inserta en la otra. El orificio exterior permite que el aire circule en la hendidura que se crea entre este y la parte interna.

Así las cosas, el plumín “duerme” en una capucha casi hermética. No lo es del todo, porque permite que circule algo de aire entre la plumilla y la hendidura.

El sistema se ha ido perfeccionando con el paso de los años. En el siglo XIX y principios del siglo XX se usa un sistema a presión, más adelante se operó con un sistema de tornillo, y ahora se usa un sistema de resorte, vigente desde los años 30 del siglo XX: el capuchón tiene una pared interna elástica con una estría en la que se bloquea un anillo que está colocado en cuerpo de la pluma.

El clip del capuchón

Antiguamente los capuchones de las plumas estilográficas no llevaban clip, cuya misión es, como todo el mundo sabe, fijar la pluma (por lo general al bolsillo superior de una camisa o chaqueta). Antes los capuchones no llevaban nada con el objetivo de sujetar, o a lo sumo llevaban un anillo que se prendía en la cadena del reloj. Las mujeres, para hacer de la necesidad una virtud, solían hacerle un lacito.

Waterman había inventado un clip, el Clip up, en 1905. Con el paso del tiempo se ofrecía un alfiler que iba separado de la pluma, sujeto a un anillo que se apretaba en torno al capuchón.

Poco a poco se cayó en la necesidad de que el clip fuera incluido en el capuchón, y en los años 20 ya era habitual que fuera en los capuchones de las plumas fuentes de caballero.

El clip, que se creó con una función eminentemente funcional, cobró con el paso del tiempo una dimensión estética. Díganle a un diseñador de plumas que no puede hacer operar en el capuchón, y lo tendrán al borde de un ataque de nervios.

Función estética del capuchón

Las firmas pronto se dieron cuenta de que el éxito de una pluma estilográfica no está solo en su funcionalidad, sino también en su diseño. Los modelos icónicos de estilográficas (la Montblanc Meisterstuck, la Lamy Safari, la Parker 51…), han sido imitados hasta la saciedad, de manera sutil a veces y otras cayendo en puro pirateo.

Estas plumas y otras de renombre le han dado siempre importancia al capuchón. De hecho, sería rarísimo sacar al mercado una pluma estilográfica para coleccionistas sin enfatizar el capuchón, que les sirve para imprimir logos (recordemos la montaña blanca de Montblanc, en homenaje al monte Mont Blanc), letras o incluso imágenes (lo ha hecho Montegrappa con su colección dedicada a Juegos de Tronos; yo tengo una de la familia Stark). Por no hablar de la Sheaffer Ferrari 100, que homenajea a la famosa marca de coches. Allá donde haya una colección de plumas dedicada a algún icono cultural, allá habrá un capuchón cobrando un protagonismo especial.

Y en este asunto todas las marcas están a la orden del día, sea la Duke Charles Chaplin, la Parker (con su conocida flecha en el clip), o la Jinhao con diseño de dragón.

Los capuchones, sean grandes o pequeños (Montblanc Bohéme), con clip (Lamy lo tiene en forma de V) o sin ellos (la Kaweco Sport Classic), opacos o transparentes (TWSBI Eco Clear), con el nombre de la marca o el modelo (Pelikan Pelikano) o sin él, lisos o floreados (Cross Red Hummingbird Vine), son siempre uno de los puntos fuertes de los diseñadores de plumas estilográficas.

Y ahora dinos: ¿cuál es tu capuchón de pluma estilográfica preferido?

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