Para mayor obstáculo de la difusión de sus narraciones, Isaac Singer eligió una lengua dormida: el yiddish. La crítica dice de él que es el autor en yiddish más famoso del mundo. Cuando abandonó su país, huyendo del totalitarismo nazi, tenía treinta y cinco años. A diferencia de otros intelectuales exiliados a Estados Unidos, como Nabokov (que curiosamente empezó a escribir sus novelas en inglés durante su estancia en París), Singer nunca adoptó el idioma de Shakespeare, aunque en ocasiones ayudase en la traducción de sus novelas.
Las características de su obra, abundante en cultismos y referencias bíblicas, filosóficas y científicas, enmarcada siempre en el ámbito judío, parecen agravar aún más el hecho de que no sea un autor de masas en nuestro país. Como tampoco lo son, pese a su reputación, otros escritores judíos: Amos Oz, Gore Vidal, los Roth (Henry, Joseph y Philip), Bernard Malamud…