La escritora y traductora Rossi VAS nos ofrece traducciones al castellano de once poetas búgaros: Hristina Komarevska, Lalka Pavlova, Tatyana Duhlinska, Vladimir Lukov, Spaska Gatseva, Maria Pelovska, Krasimira Atanasova, Rashel Levi, Yordan Krachmarov, Sasho Serafimov, Zdravka Momcheva
Poema de Hristina Komarevska
***
El verano se fue sin preguntar,
entregada, no me di ni cuenta.
En el puerto reina paz,
como en la catedral vacía.
Me aíslo para escuchar
las caracolas en la playa escondidas.
La brisa sopla, el recuerdo las arropa –
la calima reflejada en los ojos.
Vendrá luego, tengo esperanza –
el veranillo reposado y calmado.
Y yo tendré a quien me susurrará
mañana, devoción y certidumbre.
Poema de Lalka Pavlova: Bendición
Admiro la tormenta cuando
los cielos furiosos
nos atacan,
los rayos –
el fundido oro –
el pan de pita taciturno
apuñalan
y en pedazos lo arrancan…
Y cuando vesánico el viento
se lleva
de la bandada asustada
los nidos de los mirlos
entre las hierbas
empapadas…
Y cuando después el arcoíris,
al limpiar los horizontes
azulados,
con ambas
piernas se sumerge
en la tierra,
para ponerme vino
colorado…
Así soy –
la recién nacida,
para nuevos sueños
bendecida.
Poema de Tatyana Duhlinska
***
Cuando te pesa mucho algo,
piensa en aquellos
que te aman;
piensa en las ventanas
de la casa de tu infancia
que todavía iluminadas siguen;
piensa en las manos
que te vestían
y te hacían trenzas deslumbrantes;
piensa en la lluvia
con el aroma del verano,
en ese sol entre los granos
de uvas otoñales;
piensa en los senderos
por las colinas redondeadas,
en los aromas de las hierbas,
en los trigales,
en las estrellas más cercanas
y en el canto de los pájaros
en el silencio nocturno…
Piensa.
Poema de Vladimir Lukov: La plegaria
Los copos de nieve en las lámparas
en nimbos se reflejan iluminados…
Apasionados en sus bailes sigilosos,
están rezando con sus labios cristalinos…
en mi memoria imploran que no lleguen
jamás a las entrañas de la Tierra…
Respondo con cariño a sus plegarias…
Y me descubro
bajo las luces a mí mismo…
Poema de Spaska Gatseva
***
Mi más bonita canción
ya sonó, ya sonó.
En un silencio otoñal, otoñal.
Te fuiste sin decirme “Adiós”
como las hojas por el viento movidas.
Y detrás de ti me reí mucho yo,
tú también te reíste.
Mi más bonita canción quedó
siempre aquella de antes.
Poema de Maria Pelovska: Atardecer
Sereno, plácido
y sigiloso…
¡Reposa a mi lado,
mi amor!
Recuerdo:
Qué fuerte me acometió.
En la lejanía de las cosas,
un chuzo de hielo.
***
Desde el alba – nada más que aire y nieve.
Y la blancura. Desierta.
Ese camino es tan corto,
dulzura mía…
Poema de Krasimira Atanasova: El Hombre Dios
El pan que te mantiene siempre vivo,
se sobrepone por encima
de tu grandeza.
No eres más que una miga.
Pero no olvides jamás
a quien el Pan amasa cada día.
Poema de Rashel Levi
***
Allí arriba, encima de la cresta, allí arriba –
avanzan angustiadas en tristeza –
las almas condenadas de poetas,
mientras su muerte moldea la Eternidad.
Poema Yordan Krachmarov: Con los pescadores
Acaba de arder
en llama azulada,
la seca leña.
Y a jurel y a resina huele.
Ya se fue el sol.
Los pescadores duermen desde hace tiempo.
Y solo yo no duermo todavía,
me quedo contemplando
las estrellas –
en mis recuerdos vuelvo pensativo
contigo,
amada mía.
Querría regalarte los pescados de mi red,
y que te hagas de pura plata y que brilles
quitando las escamas.
Y yo, a tu costado haciendo rimas
mientras preparas el delicioso caldo.

Sasho Serafimov: El soñador
Regresaré a casa un día lejano –
sigiloso, sereno y dulce.
Besaré el umbral
por donde pasaban
mis días felices,
besaré aquel lecho que ya conoce
mi inicio,
besaré disfrutando aquel aire,
que respiraba entonces
mi querida.
Ojalá que no cesen las lluvias
nunca,
depurando el mundo,
ojalá, se iluminen benditos caminos
y mis hijos virtudes
descubran,
como yo lo creía.
Regresaré a casa un día lejano,
como el viejo cauce
por los ríos fluidos,
llenaré mi pipa
de sueños vivos,
en el umbral del disfrute.
Poema de Zdravka Momcheva: Dijo Dios
¡Respira! Dijo Dios a través
de desiertos pasados.
Y bebe tus lágrimas,
en el agobiante calor.
De la vida – la voz
es el mundo amargo,
en el hombre de barro,
con suspiros de amor.
Él y Ella. En la tierra
los dos juntos corren.
En rompeolas de barro,
sin nombre, rabiosos.
Por detrás oigo mis gritos.
Es la voz de una joven,
en una carta antigua,
como deseos de fusionarse.
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